Quiero daros las gracias en
mi nombre y en el de mi hija por haber formado la Asociación
de Familiares y Pacientes de Dermatitis Atópica. Lástima
que estemos tan lejos para participar con todos vosotros de
forma activa, pero desde aquí, todo lo que pueda hacer
lo haré con gusto.
Soy la madre de una chica de
16 años que desde los dos estamos luchando contra esta
enfermedad. Su proceso fue asma y pronto la dermatitis severa
que tiene. Son años durante los cuales la impotencia
se me hizo insoportable hasta llegar a una depresión
que no me quito de encima. Sólo quien tiene una cosa
así sabe lo que es pasar noches y días compartiendo
con mi hija la enfermedad, rascándola, viéndola
llorar un día y otro día, el cuerpo entero lleno
de heridas, sólo cubierto por una sabana. Y mi dolor
de no saber a dónde ir.
A veces tenía asma y nos íbamos las noches
de invierno a pasear por la playa. Ella ahora va aceptando
su enfermedad y yo también, pero cuando se le pone
la cara mal lo lleva peor, pues todos la miran. En fin, es
horrible.
Hemos ido (digo “hemos” porque aunque yo no la
padezco sigo el ritmo de ella) a todos lo sitios, hemos probado
todas las cremas y la cortisona tomada era su única
solución, pero cuando lo dejaba allí estaba
la dermatitis. Ya ni con eso respondía, así
que le daban ciclosporina, la que utilizan para los transplantes,
la limpiaban y volvía otra vez a salir, y así
dando vueltas de un médico a otro y nada le calmaba.
Nos hablaron del PUVA y fuimos a ponérselo pagando
un dinero que no teníamos. Se tomaba unas pastillas
antes de entrar en la máquina que la Seguridad Social
no cubre y unas cremas carísimas de las que tampoco
se hace cargo. ¿Es que no hay justicia para estos niños
que tanto sufren?
Nos hablaron de que quizá el balneario le fuese bien
y la llevamos. Con los chorros de agua se ponía rabiosa
de picor y dolor, y un día y otro fuimos a curanderos,
a sanadores y a psicólogos para ver si era nerviosa.
Nos aconsejaron separarla de la familia y así se hizo.
De esta forma hemos ido pasando estos tormentosos años
de una enfermedad que dicen que no es de morir y yo me pregunto:
¿es que eso es vivir?
La acupuntura también entró en su tratamiento,
la homeopatía, el yoga, en fin… Ahora mismo sigue
igual y su mayor placer es quitarse pieles secas. Sigue rascándose,
pero ya nos hemos distanciado un poco las dos. Hay noches
en las que aún se levanta a mi cama para que le rasque,
porque no puede dormir a pesar de tomar atarax.
Me alivia pensar que alguien está con nosotros. Desde
aquí os envío mi agradecimiento a todos los
que forman esta Sociedad. Si tenemos que abonar algo espero
que nos lo hagan saber. Me pondré en contacto con vosotros
por teléfono y a través de Internet.
Mi hija ha leído también la revista y ha hecho
la ficha a su nombre. ¡Por favor, díganme de
qué manera puedo ayudarles!
Les reitero mi agradecimiento
por la enorme alegría, por saber que no estamos solas.
Un saludo
Concha Montes
Desde ADEA os invitamos a participar
en esta sección, que no es nada sin vosotros. Vuestras
aportaciones, fruto de la experiencia propia en el manejo
de esta enfermedad, son fundamentales. Compartir con todos
los socios esta valiosísima información es de
vital importancia.
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